Este título es engañoso. ¿Se puede morir corriendo? Claro, como podemos irnos al otro lado mientras dormimos, durante un partido de fútbol en la play, y hasta cantando bajo la ducha. No, no es mi intención hablar de los “riesgos” del running, sino de algo más.
Me remonto 2500 años al pasado, cuando suponemos
que nació el mito del Maratón. Ahí el mensajero Filípides murió
después de recorrer una distancia estimada en 40 km (luego serían 42, y
estudios posteriores indican que era un número más mortal y verosímil, 280 km).
La leyenda indica que este ateniense tenía que avisar a las mujeres que no se
suicidasen ni matasen a los niños, ya que finalmente habían vencido a los
persas (quienes les habrían hecho cosas peores si ganaban la guerra). Filípides
llegó corriendo desde Maratón, ciudad donde se había librado la batalla, entró
en Atenas, y se desplomó. Llegó a decir “Niké” (nombre de la diosa de la
victoria), y un manto de oscuridad cayó sobre sus ojos.
“El maratón”se convirtió en uno de los máximos desafíos del hombre. Es cierto que hay que tener
un muy buen estado físico para terminarla, pero convengamos que con paciencia
(y aceptando todas las consecuencias), es
un desafío alcanzable para cualquiera que tenga fuerza de voluntad. Así es cómo, cada año, más gente se
suma a la conquista de los 42 km. Y, por decirlo de alguna manera, muchos se“matan” por conseguirlo.
El entrenador de campeones olímpicos y escritor Allan Lawrence hablaba del muro de la maratón. Casi todos conocemos
este fenómeno: el cuerpo humano puede almacenar hasta 2000 calorías, y en una
carrera esto alcanza hasta el kilómetro 30. El consenso dice que ahí está el
mentado muro, y a nivel físico pasamos de usar un tipo de energía a recurrir a
otras reservas (como la grasa). Es un momento realmente traumático. Quienes han alcanzado el muro lo
saben, de pronto los músculos empiezan a arder, las fuerzas nos abandonan, y a
partir de ahí dejamos de correr con las piernas, y lo hacemos con el corazón (y
con la cabeza). Lawrence comparaba esa
experiencia con la muerte. Teniendo
en cuenta que este suceso resulta más duro para quienes se encuentran menos
preparados, podría decirse que es
la sensación“sana” más cercana a morir.
Hay miedo, escalofríos, dolor, desconcierto, pánico, y un sinfín de emociones que sin duda son
comparables con lo que sentiríamos (o que creemos que podríamos sentir) si
estuviésemos al borde de la muerte. Y definitivamente, vencer al muro es un triunfo
de la vida. Es la fuerza
de voluntad, que nos impulsa a seguir adelante, incluso cuando nuestro cuerpo
pide tirar la toalla. En esta misma alegoría, Lawrence indicaba que llegar a la meta era
comparable al nacimiento. Hay
alegría, llanto. El corredor renace.
Quienes me conocéis un poco, sabéis que empecé a
correr escapando de mis problemas y pronto me propuse el reto de correr un
maratón. Y lo hice, fue en Nueva York, y fue
una de las experiencias más fantásticas de mi vida. También “me maté” para llegar, toqué
el dichoso muro, y lo sorteé con cierta facilidad (pero sólo porque estaba preparado). Llegar a la meta, después
de 4 horas, supuso una alegría indescriptible.
Ese mismo día empecé a pensar en mi próximo
maratón. Conocí a quien ahora corre a mi lado y la he arrastrado hasta aquí. Porque si vuelvo a experimentar ese “coqueteo” con la muerte (vencer al muro y llegar
a los 42 km 195 metros), qué mejor que hacerlo acompañado por la persona que
más quieres. Cuando cruce la
Puerta de Brandenburgo habré alcanzado el objetivo de este año. Es, después de
todo, una manera muy honrosa de morir: sin cuentas pendientes.
Pero los griegos no
creían que la muerte fuese el final de todo sino el fin de una etapa.
Era el paso previo a llegar al Hades. Morir
no es dejar de existir, sino empezar un capítulo nuevo. Muchos lo vinculan al paso previo a
renacer. Cuando alcanzamos el muro sentimos que morimos, y que renacemos cuando
cruzamos la meta. Seguramente, el 25 de septiembre de 2011, tenga un renacer en
Berlín. No sé qué significará, ni qué haré a partir de
entonces. Pero los
miles de personas que corren maratones todos los años tampoco lo saben. El objetivo de la carrera es
terminarla, demostrarse que se puede dar todo y un poco más. Morir en el intento, y renacer al
final.
Dicen que los que completan un maratón jamás
morirán por problemas cardíacos. No sería erróneo decir
también que uno puede “matarse” corriendo, y de esa forma vivir muchos
años más.
The body does not want you to do this.
As you run, it tells you to stop but the mind must be strong.
You always go too far for your body.
You must handle the pain with strategy...
It is not age; it is not diet.
It is the will to succeed.
Jacqueline Gareau, 1980 Boston Marathon champ